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Análisis de Blade Runner 2049: Una gran obra cyberpunk

Blade Runner 2049 Imagen Destacada The Digital Questioner

Analizamos Blade Runner 2049, la secuela de uno de los clásicos de la ciencia ficción que sentó las bases del cyberpunk.

En la ciencia ficción, son pocas las obras que podríamos definir como esenciales para el género, las que marcaron un antes y un después, y que tuvieron una influencia enorme en todo lo que le siguió. Entre estas, una de las que mas destaca es Blade Runner, película dirigida por Ridley Scott (quien también dirigió películas como Alien y Gladiator) y estrenada en 1982, y que con el paso de los años no solo se volvió una película de culto de la ciencia ficción, sino que se convirtió en uno de los pilares sobre el cual el género cyberpunk se asentó, sirviendo de influencia directa o indirecta para obras tan distintas como Ghost in the Shell, Akira, Total Recall, El Quinto Elemento, Matrix, Deux Ex o Cyberpunk 2077, por solo mencionar algunas pocas.

En mi caso, yo ni había nacido para el momento en que esta película fue estrenada, y no fue sino hasta hace pocos meses que finalmente la pude disfrutar, y me quede impresionado no solo por su estética y narrativa, sino por ver como todos los elementos propios del género cyberpunk (alta tecnología, desigualdad social, soledad y dudas sobre la existencia humana) estaban presentes en una obra que partía de una historia simple pero muy bien desarrollada, y entendí a la perfección cuando le debíamos a quienes disfrutamos todo lo referente al cyberpunk, y dejo mis expectativas muy altas de cara a ver su secuela de 2017, Blade Runner 2049.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Es el año 2049, y seguimos a un nuevo Blade Runner llamado K (Ryan Gosbling), que descubre un secreto profundamente oculto que, de revelarse, puede traer caos a la sociedad. Este descubrimiento inicia una investigación que le llevara a buscar a Rick Deckard (Harrison Ford), un antiguo Blade Runner el cual lleva desaparecido 30 años.

La película fue dirigida por Denis Villeneuve, director de películas como Arrival (2016) y la futura adaptación de Dune (a estrenarse este 2021 si la pandemia lo permite), y a simple vista se presenta como una continuación muy fiel, tanto en tono como narrativa, a lo que pudimos ver en la anterior Blade Runner, aunque sin caer en un exceso de nostalgia que no le permita sobrevivir sin la obra original (como paso por ejemplo con la trilogía de secuelas de Star Wars).

Algo que me encanta de Blade Runner 2049 es como nos dice mucho sobre la sociedad de esta película, sin necesidad de grandes explicaciones. Solo viendo su versión de Los Ángeles de 2049 vemos que estamos ante un mundo altamente tecnificado, con un toque retrofuturista producto de ser secuela de una película de 1982, donde a pesar de vivir quien sabe cuántos millones de personas apretujadas en una ciudad que apenas tiene espacio, no solo se siente las grandes diferencias sociales y la pobreza extrema, sino la enorme soledad de todos sus habitantes. En este futuro, Los Ángeles es una ciudad cuadrada, gris, fría, donde te sientes asfixiado y aislado de los demás. 

El diseño de Los Ángeles de Blade Runner 2049 nos habla de un futuro gris, sucio y solitario.

Nadie refleja mejor esto que el protagonista K, un Blade Runner de la policía que se dedica a cazar a los viejos modelos de replicantes que han quedado obsoletos. Ryan Gosbling logra transmitirnos la idea de un K que, más que ser un robot sin emociones, frio y decidido a cumplir su trabajo eficientemente, se vea mas como una persona que desea sentir algo, que desea ser algo más, pero no sabe como expresarlo o conectar con los demás.

Lo que mejor ejemplifica esto es su relación con Joi, quien básicamente es la versión del 2049 de Siri, una asistente holográfica virtual, con quien tiene una relación de pareja a pesar de que es imposible saber si genuinamente ella tiene conciencia y puede ser considerada una persona que le quiere de corazón, o si solo es un programa de computadora simulando sentimientos.

El alcance de la soledad de K se mide en como mantiene una relación con Joi, quien en esencia es solo una asistente holográfica con IA.

Esto nos lleva a otro elemento que es, junto a la critica social, uno de los pilares de toda buena obra cyberpunk: el existencialismo. En líneas generales, si la humanidad modifica cada vez mas sus cuerpos para añadirle toda clase de prótesis y tecnologías para superar nuestros limites naturales, al grado de poder aislar, manipular y transferir nuestra conciencia a voluntad a distintos cuerpos, al tiempo que la Inteligencia Artificial o IA va cada vez siendo mas y mas inteligente, hasta el punto de alcanzar conciencia de sí misma y poder considerarla una persona con derechos, ¿Dónde quedaría la diferencia entre un humano y un robot?

Eso a grandes rasgos es el gran tema de debate que muchas obras del género Cyberpunk han tratado, y del cual Blade Runner fue de las primeras en hacerlo en el cine con los Replicantes, androides similares a los humanos hasta ser casi indistinguibles excepto por su fuerza y agilidad superior, y que son creados para básicamente ser esclavos para hacer las tareas que los humanos no quieren hacer. En Blade Runner logran explicar esto de forma muy brillante, sin necesidad de largas conversaciones expositivas entre los personajes, mostrándonos que, en la película, se vive en una era donde la humanidad se ha vuelto cada vez más fría, aislada y sin emociones, mientras los replicantes parecen cada vez mas seres humanos deseosos de vivir libremente.

Si tuviera que criticar algo, seria principalmente en como representa la saga Blade Runner en general este tema. Y es que, aunque el existencialismo es presentado brillantemente, al haber visto primero obras como Ghost in the Shell, Matrix o Deux Ex, en esos casos este problema es presentado de una forma mucho más evidente. Por ejemplo, la Mayor Kusanagi en Ghost in the Shell, por ejemplo, es una mujer que virtualmente lo único orgánico que le queda es su cerebro, siendo el resto su cuerpo cyborg, el cual destroza y repara en varias ocasiones, poseyendo además habilidades sobrehumanas de combate y hackeo, causando en ella el temor de si solo es una copia robótica de la verdadera Kusanagi o un ser humano real.

A simple vista, es imposible diferenciar a un replicante de un ser humano, lo que dificulta ver el mensaje de transhumanismo típico del cyberpunk.

Blade Runner 2049 en cambio, tiene unos replicantes que son idénticos a los humanos, y a efectos prácticos son humanos esclavizados solo por haber nacido en laboratorios. Todo esto lo menciono más que nada por ser algo que siempre me ha llamado la atención de Blade Runner, más que ser algo que realmente me moleste ya que, pese a todo, las dudas que vemos en el protagonista y los demás replicantes sobre su humanidad me parece brillantemente ejecutada.

Pero esta película no solo brilla en la brillante forma en que nos presenta su historia, sino en la excelente fotografía que presenta. La película dedica mucho de su metraje a mostrarnos como se ve el futuro, lo gris, vacío, solo y sucio que el futuro de la humanidad se ha vuelto, y como esto refleja el estado de animo de nuestro protagonista. Todo esto acompañado de unos efectos visuales que logran recrear un Los Ángeles de 2049 que se siente genuinamente como un avance de 30 años en el futuro al “distante” 2019 del Blade Runner original.

Aunque la música original del Blade Runner de 1982 fue compuesta por Evangelos Odysseas Papathanassiou (mejor conocido como Vangelis), Denis Villeneuve prefirió contar con el trabajo de Hans Zimmer (famoso compositor que ha trabajado en películas como la trilogía de Batman de Christopher Nolan) y Benjamin Wallfisch. El resultado final es una banda sonora fiel al tono de la original (puedes escucharla en Spotify), que logra en Blade Runner 2049 sumergirte en la película de la misma forma que la película de 1982, ambientando muy bien el mundo de la película con sus canciones hechas con sintetizador, al grado que realmente no se siente que este hecha por compositores diferentes.

La fotografía y la música son un complemento perfecto que alimentan muy bien la historia de Blade Runner 2049.

Conclusión

Lograr tener el mismo impacto que el Blade Runner de Ridley Scott era una tarea imposible, ya que lo que esa cinta logro, no solo en el cine, sino en la cultura y en la sociedad en general, es algo que pocas películas puedes lograr a aspirar. Pese a esto, creo que Blade Runner 2049 logra presentarse como una digna secuela, una en la que el director Denis Villeneuve y su equipo lograron entender perfectamente el espíritu de la película original, y crear a partir de ahí una película que logra contarnos su propia historia, convirtiéndose en un brillante ejemplo de como narrar una historia en cine sin caer en el exceso de exposición narrativa que muchas otras películas de ciencia ficción pueden caer.

Blade Runner 2049 se convierte así en un imprescindible que, en sus 2 horas y 43 minutos, maravillara a todo fanático del género cyberpunk. Por el contrario, en una era dominada por el cine de superhéroes de Marvel y Star Wars, repleto de grandes escenas de acción y tramas simples con muchos diálogos expositivos, el ritmo de la película puede resultar lento, poco emocionante y hasta aburrido para quien espera algo mas parecido a lo que las grandes películas de alto presupuesto normalmente nos ofrecen, por lo que hay que saber que esto es una ciencia ficción de un tono muy diferente.

Blade Runner 2049 no solo es un digno heredero del clásico de la década de los 80, sino un gran ejemplo de una buena película cyberpunk.
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