Fuente Imagen: El Político
«No es ni económica, ni material, ni físicamente posible para nadie mantener reprimido eternamente a todo un país que está dispuesto a protestar en tu contra por casi dos meses y contando»
2017 será un año que será recordado en la historia venezolana, un momento en que el chavismo se enfrenta al rechazo cada vez mayor de la población, ante el hartazgo de la mayoría por el fracaso generalizado de prácticamente todo en lo que un gobierno puede fracasar, por haber sumergido al que otrora fuera uno de los países más ricos y desarrollados de América Latina en la peor crisis económica y política de su historia reciente. Ante este escenario, ante el hecho de que no hay forma realista en que el régimen de Nicolás Maduro pueda ganar una elección democrática digna de ser considerada como tal, el mismo ha preferido tirar por la borda toda pretensión democrática por la que tanto se esforzó el chavismo en mantener, y finalmente actuar como un régimen dictatorial, reprimiendo duramente toda forma de manifestación en contra suya, aun pese a que las protestas recientes muestran un nivel de determinación y constancia como no se había visto. Por tal motivo surge la duda, ¿puede el régimen reprimir indefinidamente?
Antes que nada, hay que aclarar que, en una dictadura, el uso del miedo es una herramienta común del régimen de turno para ejercer control sobre la población. El miedo a ser arrestado, a perder beneficios, a que te pase algo a tu familia. El uso del miedo, combinado con el otorgar beneficios a quienes te sigan, que en el caso venezolano se manifestó en las misiones sociales creadas por Hugo Chávez, se vuelven una eficaz herramienta de control sobre la población, que, ante la felicidad de tener casa, comida y trabajo de parte del Estado a cambio únicamente de lealtad ciega e incondicional, junto con el miedo a perderlo o ser castigado por este, permite, de forma eficiente, tener el control social.
Pero el problema es que este uso discrecional de los recursos públicos nunca ha sido ni será una forma eficiente de manejar la economía de un país, y en el caso venezolano, los gobiernos de Hugo Chávez y en especial de Nicolás Maduro fueron particularmente pésimos en la política económica. El régimen chavista llevó a Venezuela a una situación de crisis y colapso en prácticamente todas las áreas, en una forma que la memoria reciente de los ciudadanos no había visto nunca. El Estado no tiene forma económicamente viable de mantener las misiones sobre una mayoría de la población que le permita garantizar ganar elecciones medianamente justas, y por ende no le permite al chavismo conservar al poder manteniendo las formas de la democracia como había llevado haciendo hasta hace pocos años. Y peor aún, la crisis ha escalado a tal nivel, que ya es una clara mayoría de venezolanos claramente contrarios el gobierno de Nicolás Maduro y dispuestos a protestar, sin importar que, con tal de exigir un cambio real y positivo para el país.
Por esto, como es lógico para un gobierno que desea mantener el poder a cualquier costo y ya no le importa seguir las reglas del juego democrático, se ha dispuesto a reprimir duramente a la oposición, pero como todo en la vida, esto tiene un límite. No es ni económica, ni material, ni físicamente posible para nadie mantener reprimido eternamente a todo un país que está dispuesto a protestar en tu contra por casi dos meses y contando. Tarde o temprano el gobierno se quedará sin material con que reprimir, sin dinero con que comprar más material de represión o para comprar influencias, y sus soldados y seguidores se agotaran de reprimir constantemente con poco o ningún descanso. De ahí la importancia que toda dictadura le da al uso “razonable” del miedo: este solo es eficaz si la mera amenaza de usar la fuerza detiene toda oposición al poder de la dictadura, ya que es más barato y viable para el régimen; pero, por el contrario, si el pueblo pierde miedo a la amenaza y actúa pese al mismo y al uso de la violencia, el costo y el desgaste para el régimen de conservar el poder ejerciendo continuamente la represión y la violencia aumenta a medida que dure las protestas en su contra.
En Venezuela, debemos considerar que en este momento la economía nacional está prácticamente en ruinas, que el gobierno está sin dinero y el pueblo está ya cansado del fracasado proyecto chavista que llevo al país a la ruina. Todo indica que en la medida que Venezuela pase por esta crisis económica sin precedentes, el pueblo seguirá protestando, y en la medida que el gobierno tenga con que financiar su máquina de represión y sus hombres estén dispuestos a reprimir, la represión continuará, en lo que en la práctica será un equivalente a una guerra de desgaste que solo puede terminar de dos maneras: el pueblo finalmente se cansara de protestar, situación de momento improbable porque las razones de la protestas solo empeoraran con el paso del tiempo (y dado que las mismas ya han durado mucho mas de lo que cualquiera podría haber estimado en un comienzo), o el gobierno finalmente cederá y negociara una vez que ya no tenga forma de mantener su máquina de represión (o sera superado por las circunstancias en formas que no podemos prever en este momento).