God of War Ragnarök – La maduración de una saga [Análisis]
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Si algo ha definido a los juegos exclusivos de PlayStation, es el enorme enfoque cinematográfico que la mayoría de sus títulos han tenido, al menos desde el éxito de Uncharted y The Last of Us, convirtiéndo en marca de la casa el alcanzar el equilibrio entre una gran historia y una divertida jugabilidad, aderezado con el enorme presupuesto y calidad que otorga ser un juego de alto triple A.
Y aunque muchas exclusivas actuales beben directamente del ejemplo de Naughty Dog, uno de los que costaba imaginar con este estilo era God of War, originalmente más centrado en la acción frenética que en la historia, pero en 2018 lo logró, convirtiéndose, en todos los sentidos, en uno de los mejores juegos de PlayStation 4.
Ahora, más de 4 años después, nos llega God of War: Ragnarök, que continúa la trama de Kratos y Atreus contra los dioses de Asgard, en un juego que se convierte en sinónimo de lo que actualmente es un juego exclusivo de PlayStation, para bien y para mal, por lo que les invito a ver mi análisis donde resalto los puntos más destacables de la última gran obra de Santa Monica Studios.
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EL RAGNAROK HA COMENZADO
Pocos años después de los eventos del God of War de 2018, ha comenzado el Fimbulvetr, el evento que, de acuerdo a las profecías, antecede al inicio del Ragnarök, la gran guerra destinada a destruir los 9 reinos. Ante esta amenaza, Kratos y Atreus inician un viaje para encontrar la verdad de estas profecías, buscar una forma de prevenir el Ragnarök, y luchar contra los peligrosos soldados y monstruos de Asgard decididos a detenerlos, en un viaje que los llevará a enfrentar a los poderosos dioses nórdicos, y donde deberán elegir cuál será su destino.
Hay dos razones por las que yo nunca jugué a los primeros juegos de God of War. La primera es que, en su momento, cuando eran exclusivas de PlayStation 2, yo solo tenia una computadora para jugar, por lo que no podía disfrutar nada que fuera exclusivo de consolas, y la segunda porque, cuando tuve mi primera PlayStation 3, nunca me llamó la atención un título que, a simple vista, solo era sobre un hombre enojado, matando dioses griegos, centrado en la acción, y poco más.
Tampoco pretendo decir que esto sea malo, ya que por algo sus primeros dos juegos están entre los más recordados de PlayStation 2, solo que a mi simplemente nunca me gustaron.
Lo que sí es seguro es que, pese a su éxito inicial, tres entregas numeradas, más varios spin-off, lograron que la fórmula clásica del juego se agotara, haciendo necesario una renovación, si es que pretendia seguir siendo relevante.
Esto se logró en 2018 cuando salió el nuevo juego de la saga, titulado únicamente como God of War, y que cambió por completo el enfoque que tenía hasta ese momento, ya que se unió a la naciente ola de juegos exclusivos de PlayStation centrados en la narrativa que Naughty Dog inauguró con Uncharted y The Last of Us.
Y precisamente de este último juego bebe mucho esta nueva etapa de God of War, ya que ambos tratan de padres con sus hijos luchando contra un ambiente hostil, solo que God of War, con su enfoque en las batallas hack and slash en un mundo de fantasía épica, logró darle su propio sabor que le diferenció del título de Joel y Ellie.
Aquí es donde nace el tema principal de esta etapa: la historia de un padre que quiere y cuida a su hijo, pero que por su propia naturaleza, ser un violento y estoico soldado, incapaz de comunicar claramente sus sentimientos, debe enfrentar la difícil tarea de cuidarlo solo.
En el juego de 2018, esto causó que la trama girará en torno a Kratos aprendiendo a conectar con su hijo, mientras que ahora Ragnarök de 2022 trata sobre la maduración de los personajes, dándole esta vez una mayor importancia a Atreus.
Si en 2018, el todavía era un niño aprendiendo como sobrevivir en este mundo, en constante compañía de su padre, quien se volvió su modelo a seguir, en Ragnarök vemos como llega a la adolescencia, deseando fervientemente descubrir más sobre sí mismo, y tratando de hacer su propio camino en la vida, fuera de la sombra de su padre.
Al mismo tiempo, la trama de Kratos es la de un padre que ve cómo su hijo está creciendo, como ya puede empezar a cuidarse solo, a tomar sus propias decisiones, cometiendo sus propios errores, ganando experiencia y haciendo cosas ajenas a él, en un camino que le llevará a aceptar que los días en que el era un pequeño niño constantemente a su lado están por terminar.
Esta maduración, tanto de los dos personajes, como de la relación que tienen entre ellos, lleva a que ambos reflexionen constantemente quiénes son, a cuestionar sus decisiones, a preguntarse si lo que hacen es correcto, y a tratar de definir qué es lo que realmente quieren hacer con sus vidas.
En el caso de Kratos, esto se manifiesta de forma muy curiosa, ya que nunca se olvida su pasado, aquel que se vio en sus primeros juegos, de un violento Dios de la Guerra que causó muerte y destrucción.
El haber vivido muchos años en paz, primero con su esposa, y luego con Atreus, ha hecho que sea un hombre diferente, uno con mucha más experiencia, que ha madurado, igual que quienes jugaron sus juegos originales en PlayStation 2, haciendo que el vea ese pasado de violencia como algo que no cambió nada, ya que no lo hizo mas feliz, o que olvidara todo el dolor que sufrió, sintiendo que debe huir de todo lo que lo lleve a ser ese mismo Dios de la Guerra, si es que desea un mejor resultado.
Esa búsqueda de alejarse de lo que lo definió en el pasado, esa lucha contra lo que considera su naturaleza violenta, la misma que acabó con todos los dioses del olimpo y su mundo hace muchos años, es lo que dirije mucho de sus decisiones que, ante la inminente llegada del Ragnarök y de los ataques de Asgard, le obligarán a elegir entre simplemente aislarse y huir, volver a esa violencia sin frenos, o a buscar una nueva y diferente opción.
Atreus, en cambio, como alguien que comienza su adolescencia, no es que este luchando contra su propia naturaleza, sino que más bien está tratando de definir cual es, de decidir cómo será su vida, mientras todavía vive bajo la larga sombra del legado de su padre, y un terrible destino profetizado, que aparentemente lo condena a un futuro escrito en piedra que no le gusta.
Esta lucha de los personajes por definir quienes son, los lleva a enfrentarse al eterno debate sobre el destino. God of War Ragnarök, como buena historia inspirada en la mitología, tiene como parte importante de la trama predicciones que auguran cuál será el destino, tanto de Kratos como de Atreus.
Esto les lleva a cuestionarse a sí mismos ya que, si su futuro ya está escrito, si están condenados a un destino irrefutable, el que elijan o no hacer es indiferente, ya que no existe libre albedrío, y por lo tanto sus decisiones no importan. Kratos está condenado a ser el Dios de la Guerra asesino de dioses, y Atreus a ser Loki, pieza esencial del Ragnarök que se avecina.
La historia pretende usar esto, para mostrarnos su crecimiento personal. Kratos, a pesar de que sabe que no puede ignorar la amenaza de Asgard, se niega a simplemente repetir la misma ciega violencia de sus primeras entregas, mientras que Atreus se niega a aceptar un destino que no le gusta, por lo que vemos su constante lucha para alcanzar un futuro que sea más acorde a lo que ellos consideran correcto, no a cumplir ciegamente una profecía.
Todo esto nos da una historia con muchos momentos impresionantes, no solo a nivel de batallas y espectáculo visual, que sobran de muy grata manera, sino a nivel de desarrollo de personajes y drama, siendo este juego de los pocos que cuentan con una actuación, no solo de doblaje, sino facial, de tan primera categoría, que son varios los momentos en que genuinamente estás a punto de llorar de la emoción ante lo que sucede en pantalla.
Solo miren cuando Kratos está pasando por momentos muy dramáticos, en que se ve su dolor y frustración, pero es incapaz de expresar sus sentimientos, por su misma naturaleza de hombre estoico de pocas palabras, para ver el trabajo digno de un Oscar que hicieron solo en la actuación facial de los personajes.
Solo por este detalle, este juego, junto al primer The Last of Us, se convierte en uno de los mejores de PlayStation en cuanto a historia.
Otra cosa que le hace destacar es que, a diferencia de lo que normalmente sucede en la mayoría de juegos, aquí se nota un poco el cambio de director. El God of War de 2018 fue dirigido por Cory Barlog, todo un veterano de Santa Monica Studios, que no solo ya había sido director de God of War II en 2007, sino que ha desempeñado distintos papeles en otros títulos de la saga.
Pero a pesar del éxito en críticas que recibió el juego, en Santa Monica Studios prefieren alternar directores, para que cada entrega tenga una visión diferente, sin olvidar que Cory Barlog se embarcó a desarrollar un nuevo juego del estudio todavía por anunciar, por lo que la silla de director recayó en esta ocasión en Eric Williams, otro veterano de Santa Mónica, que ha trabajado en títulos como Darksiders y Marvel’s Spider-Man.
Y en general, siento que hizo un excelente trabajo, ya que supo mantener todo lo que hizo brillar al primer juego, y lo extendió, tanto a nivel narrativo como jugable, pero sí me hizo notar dos detalles que no me convencieron.
El primero, es que hay un par de momentos de la trama que se sienten como un Deux Ex-Machina ya que, bajo la excusa de que algunos personajes tienen poderes que, a efectos prácticos, les permiten teletransportarse, estos terminan apareciendo de la nada en momentos clave de la historia, dando soluciones o diálogos que hacen avanzar la trama porque si.
Esto lleva al segundo problema, y es las prisas por terminar. En una entrevista , Cory Barlog explicaba que, considerando que God of War de 2018 y Ragnarök de 2022, demoraron aproximadamente 5 años en desarrollarse cada uno, hacer una trilogía completa implicaría 10 a 15 años, entre el trabajo del estudio, y lo que tendrían que esperar los fans para concluir la historia, por lo que considero más apropiado que la trama, que al final trata sobre la relación entre Kratos y Atreus, se pudiera disfrutar en solo dos entregas.
Por el lado bueno, es refrescante que, en una era donde las tramas se alargan hasta el infinito, en un intento de poder sacarles la máxima rentabilidad tanto como sea posible, la idea de que alguien cuente una historia con un principio y final claro es bienvenida.
Por el lado malo, es innegable que a partir de cierto punto del último tercio de God of War: Ragnarök, se siente que todos los eventos se precipitan, como si de golpe la historia se diera cuenta que ya casi han pasado 30 horas de juego, y que debe terminar rápido, bordeando en ocasiones la sensación de que el juego terminó abruptamente.
En ningún momento, estos detalles arruinan la historia, que se mantiene como una sólida secuela, de las mejores que he visto en PlayStation, que sabe darnos una gran conclusión, al tiempo que deja la puerta abierta a la casi segura secuela, pero sí son lo suficientemente notorias para que se vean, causando que, en cierto sentido, Ragnarök quede un poquito por debajo de lo logrado por su primera parte.
JUGABILIDAD
Como sucede con la mayoría de juegos de los PlayStation Studios, God of War: Ragnarök es un título centrado en la narrativa, pero eso no implica que no tenga una jugabilidad excelente, que continúa la misma línea del God of War de 2018.
Ragnarök, a nivel jugable, es un juego centrado en la acción frenética, parecido a los hack and slash que, entre batalla y batalla, cuenta con momentos de exploración y plataformas, que nos dan algo de pausa ante tanta acción, y que ponen a prueba nuestra mente con rompecabezas que bloquean nuestro camino.
Durante los combates, contaremos con hasta 3 armas: el hacha con poderes de hielo, las espadas del caos con poderes de fuego, y una tercera que desbloqueamos al jugar la historia, cada una con 2 habilidades que podemos seleccionar en el menú, más una extra del propio Kratos.
Esto nos permite hacer distintos combos con cada arma, alternar entre ellas en cualquier momento del combate, seleccionando la más adecuada acorde al enemigo de turno, en batallas donde defenderse y esquivar con precisión será esencial para poder salir adelante en el juego.
Aunque Ragnarök no es un juego de mapa abierto, si dispone de grandes zonas repletas de detalles a explorar, para así descubrir todos los coleccionables y misiones secundarias que tiene el juego, con algunas áreas que solo podremos explorar una vez tengamos las armas o habilidades necesarias.
A esto se añade algunos rompecabezas que te bloquearan el paso, y que pedirán que uses inteligentemente tus armas y habilidades, así como la ayuda de tu compañero de turno, para poder avanzar. Y aunque algunos acusan al juego de que te ofrece demasiadas pistas para avanzar, yo siento que aun así son varios los momentos en que genuinamente estarás pensando que debes hacer a continuación.
Otro elemento que regresa es el sistema de mejoras y experiencia. Cada arma y armadura cuenta con accesorios que puedes encontrar, comprar y fabricar en la tienda, pudiendo usar materiales para aumentar su nivel, y por ende el de Kratos, siendo necesario de cara a enfrentar a los enemigos más fuertes, por lo que deberás explorar los escenarios a fondo para encontrar lo necesario para mejorar tu equipo acorde a tu forma de jugar.
También regresa el árbol de habilidades, donde podrás usar tu experiencia para desbloquear habilidades de tus personajes, o mejoras algunos de los ataques especiales de tus armas. La novedad es que algunas de las habilidades de tus personajes, una vez desbloqueadas, puedes elegir que se enfoquen en una de tres opciones, por ejemplo, que tengan mas ataque, mas defensa, o mas daño elemental.
God of War: Ragnarök es un juego que sabe ofrecernos un excelente reto, teniendo combates que constantemente ponen a prueba tus habilidades, por lo que para nada se limita a ser simplemente una bonita historia y poco más. Pero lo mejor, es que a diferencia de otros títulos de este año, este juego no solo posee puntos de guardado constantes, sino hasta 5 niveles de dificultad que puedes ajustar en cualquier momento, por lo que podrás definir como será tu experiencia de God of War.
En esto ayuda que, como viene siendo habitual en los juegos de PlayStation, God of War: Ragnarök cuenta con varias opciones de accesibilidad, que no solo serán de enorme ayuda para aquellos que posean alguna discapacidad, sino que le da a todos los jugadores una amplia gama de opciones para configurar distintos aspectos del juego.
Pero de todas las diferencias que tiene Ragnarök con su antecesor, hay dos que me gustaría destacar.
La primera, son las misiones secundarias. En el primer juego, aunque había una que otra interesante, en general las sentía como las clásicas misiones de relleno de los juegos, unas que terminé ignorando casi por completo.
En Ragnarök, en cambio, las misiones secundarias han mejorado bastante en calidad, ofreciéndonos ahora historias que no solo son mucho más interesantes, sino que ofrecen más contexto del mundo y de la trama principal, al grado de que, aunque perfectamente puedes ignorarlas, se sienten como una parte importante de la trama principal, y sentirás genuino deseo de querer completarlas, convirtiéndose en un gran ejemplo de cómo enriquecer la trama central de un juego, sin que se sienta redundante.
Otro elemento que me gusto, y que va acorde a lo que la propia trama del juego nos quiere contar, es que Kratos no posee todo el protagonismo, sino que habrá varios momentos donde podremos controlar a Atreus. Esto nos da un personaje que, aunque no es tan fuerte como su padre, es mas agil, puede usar su arco para ataques a distancia, y posee habilidades especiales propias (que no detallaré para evitar cualquier spoiler), permitiendo que no solo se diferencie de Kratos, sino que incluso yo llegara a preferirlo por encima de este por su mayor agilidad.
Pero esto no implica que Kratos deje de ser el gran protagonista de esta entrega, estando la mayoría de los grandes momentos del juego protagonizados por el, casi siempre en compañía de Atreus o de otro personaje, quienes podrán usar su magia y habilidades con el arco, no solo en los combates, sino también a la hora de resolver rompecabezas.
En conjunto, God of War: Ragnarök termina haciendo lo mismo que ya habíamos visto en anteriores exclusivos de PlayStation, como The Last of Us Part II o Horizon Forbidden West: una secuela continuista, que en muchos sentidos, se siente más como una actualización que otra cosa, aunque en este caso se siente un acabado mucho mejor.
Con esto no pretendo decir que alguno de esos juegos fuese malo, todo lo contrario, pero sí que quedaron un poco por debajo del impacto que generó sus entregas previas (especialmente The Last of Us). En cambio, God of War: Ragnarök, ya sea por su épica historia, ya sea por su jugabilidad repleta de acción y reto, logra mantenerse como un título que evita sentirse como una secuela continuista, sino como uno que sabe mantener y expandir todo lo que hizo bueno a su título previo.
GRÁFICOS
Cuando se anunció que God of War Ragnarök no sería un exclusivo de PlayStation 5, sino un título intergeneracional con PlayStation 4, una consola lanzada al mercado en 2013, surgió la polémica entre cierto sector de la comunidad, porque eso implicaba que el título estrella de 2022 de PlayStation, todavía tendría que ser técnicamente posible en una consola con más de 9 años de antigüedad.
Y aunque entiendo las preocupaciones iniciales, puedo decir que el resultado en una PlayStation 5, consola donde disfrute el juego, son excelentes. El juego cuenta con un gran nivel de detalle, y un gran apartado artístico que oculta sin problemas cualquier carencia técnica.
Además, cuenta con los ya clásicos modos de calidad y rendimiento, siendo este último modo como jugué toda mi partida, a 1440p de resolución a 60 cuadros por segundos, con tiempos de carga de apenas unos segundos, algo que se aprecia mucho en los momentos en que se viaja de un reino a otro.
Si les preocupa que suceda algo similar a lo que pasó con Halo Infinite, donde se nota las limitaciones impuestas por Xbox One, y empeoradas por un apartado artístico y de diseño poco variado, pueden estar tranquilos. God of War Ragnarök está al mismo nivel que lo logrado este mismo año por otro título exclusivo de PlayStation, Horizon Forbidden West, siendo un juego que, bajo cualquier concepto, luce y funciona con los mayores estándares de la industria.
Claro, elementos como el tamaño de los niveles, números de personajes y eventos sucediendo en pantalla al mismo tiempo, los tiempos de carga al pasar de un nivel a otro, disimulados con pasillos y obstáculos, nos recuerdan constantemente que este es un juego pensado para PlayStation 4, pero nunca al grado de ser molestos y dañar la experiencia.
CONCLUSIONES
God of War Ragnarök ha logrado posicionarse como uno de los mayores ejemplos de lo que son capaces los PlayStation Studios, siendo de esos títulos que han alcanzado el equilibrio perfecto entre una épica historia cinematográfica, con una jugabilidad exquisita, que sabe ser un reto que pondrá a prueba tus habilidades, pero dándote todas las herramientas para poder superar sus batallas.
La trama de Kratos y Atreus, el cómo se desarrolla su relación, su búsqueda para detener el Ragnarök, y el enfrentarse a unas profecías que les generan dudas y temor, me brindó una impresionante historia que ha logrado emocionarme como pocas veces había visto.
Si insistimos en buscarle alguna falla, sería que es un poco continuista con el God of War de 2018, así como una historia que, en momentos puntuales, es inferior al título previo, pero el acabado final logra perfeccionar o mejorar todo lo que vimos anteriormente, siendo una de las mejores secuelas que ha hecho PlayStation hasta ahora, y que es altamente recomendado, tanto si buscas una gran historia o una gran jugabilidad.
Licenciado de Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Venezuela. Me especializo en blogging, SEO y Analítica Web, además de ser un gran fanático de los videojuegos, el cine, el anime y los cómics.