La Paradoja de la Tolerancia
Uno de los grandes logros de la humanidad en las últimas décadas ha sido los grandes avances en materia de igualdad social, de genero o de grupos enteros de personas que, históricamente, fueron discriminados. La idea de aceptar las diferencias, de respetar que no somos iguales, de no discriminar a nadie solo porque sea homosexual, de color o mujer (por citar los ejemplos clásicos) es algo que ha avanzado en el mundo, ha pasado de ser la excepción a la regla en el ejemplo a seguir, en una nueva medida para determinar cuan libre o cuantos derechos tiene una sociedad particular. Pero cito estos ejemplos porque últimamente he recordado un artículo de El País de España (que por desgracia no tengo a la mano), que me ha hecho pensar que estos avances, este auge de la tolerancia de las ultimas decadas, han venido con un precio: un nuevo tipo de intolerancia.
En los últimos años, especialmente con el avance de la tecnología, se ha hecho cada vez más el rechazo a quienes piensan distinto, a caer fácilmente en la idea de que quien no piensa igual que nosotros está completamente errado o loco, a dividir ciegamente todas las ideas en bueno o malo y negarnos a conocer cualquier punto medio. En dicho artículo que mencione antes, recuerdo un ejemplo en el que mencionaban que unas personas que planeaban dar una conferencia sobre porque no apoyaban la homosexualidad o el aborto (no recuerdo bien cual de los dos) en una Universidad en España, y varios estudiantes que si apoyaban estas posturas no solo les criticaron, sino que les impidieron siquiera hablar, mencionando en ese articulo lo paradojico que era que en una Universidad hecha para el debate los estudiantes no quisieran debatir porque no les gustaba la postura de quien hablaba. La humanidad ha logrado, en general, mayores derechos y libertades para grupos que antes eran discriminados, pero pareciera que, al mismo tiempo, nuestra capacidad de aceptar la crítica o tolerar a quien piense distinto está cayendo poco a poco, al punto en de simplemente creer que no hay forma alguna de llegar a un acuerdo o entendimiento con quien piense distinto a uno.
No hay duda de que detrás de esto hay multitud de razones para el surgimiento de este problema, que pueden partir desde problemas económicos, políticos o de la propia cultura de cada pais o persona; pero dado que estos son características que varían de país a país, y el propósito del presente artículo es ser breve, mencionare uno que considero es igual en todos los países y que conozco bien: la tecnología. Las redes sociales como Facebook o Twitter, o páginas web como Google o YouTube, para propósitos de dar una mejor experiencia al usuario, cuentan con algoritmos capaces de determinar nuestros gustos en base a nuestra actividad en linea y ofrecernos contenidos ajustados a estos. Por esto si eres fan de los videojuegos, tu cuenta de Facebook o Google se llenara de publicidad de videojuegos y consolas, por ejemplo. De esta forma, con el paso de los años, el auge de estas páginas web y su consiguiente aumento en su uso en todo el mundo, lleva a que cada vez más personas día a día solo vean contenidos ofrecidos automáticamente por estas páginas web, que a su vez solo se ajustan a lo que a uno lo satisface y a tus ideas. Como consecuencia, las personas se terminan aislando de cualquier idea que no se ajuste a sus gustos, pierden la capacidad de tolerar otras ideas y no se adaptan a recibirlas, a buscar puntos medios o a aceptar la critica. Así, con el aislamiento de las personas en grupos donde todos comparten los mismos gustos y pensamientos, se hace cada vez más fácil acusar a cualquier que piense distinto de “equivocado” o “de malo”, lo que lleva a que lo ignoren o lo ataquen (ya sea en las típicas discusiones en internet, o literalmente).
No solo esto es ya de por si preocupante. Estos mismos algoritmos que mencione, como solo se limitan a mostrar información en base a tus gustos, no diferencian el tipo de contenido, y por ende entre el que está basado en hechos o los que son puras mentiras; por esta razón, el que, por ejemplo criticase a Hillary Clinton en la reciente campaña electoral de EE.UU., probablemente solo recibió noticias negativas de ella en Facebook y Google, por más falsas que fuesen estas noticias, y las recibió con gusto porque reforzaba su ya negavita imagen de Clinton. Así, el aislamiento de las personas en los gustos e ideas que apoya se va empeorado si quien lo aísla ofrece contenido sin filtrar la verdad de la mentira, y más si las personas asumen que todo lo que ven en dichas paginas son verídicas, por lo que al aislamiento que sufre nuestra sociedad aumenta su exceciva confianza a lo que se dice en redes sociales y a una perdida en la capacidad de dicernir como identificar una noticia basada en hechos de una basada en medias verdades o en puras mentiras. De ahí que ahora Facebook y Google hayan dicho, luego de la campaña, anunciaran que buscaran corregir sus algoritmos para diferenciar entre estas noticias y darle más énfasis a las provenientes de fuentes confiables.
Esto nos debería llevar, como personas, a recordar que, porque tengamos una idea en particular sobre “x” tema, esto no significa que solo nosotros tengamos la razón, o que el que piense distinto este absolutamente errado. Todos tenemos ideas, gustos o pensamientos propios, todos tendremos una parte de la verdad sobre un hecho, y no porque alguien no piense igual que yo eso hace que inmediatamente esa persona este equivocada o no tenga derecho a siquiera opinar. Por pensar de esta manera es que los Medios de Comunicacion no pudieron ver la victoria del Brexit en Inglaterra o de Donald Trump en Estados Unidos en sus respectivas elecciones. Es cuando compartimos con quienes piensan distinto que podemos llegar a acuerdos y entendimientos, es cuando no nos aislamos en grupos donde todos piensan igual que evitamos los conflictos. El reto del siglo XXI no será solo el de la lucha por una mayor tolerancia e igualdad entre las personas, sino de respeto y entendimiento, de reconocer que la “verdad” tras un hecho no es blanco o negro, bueno o malo, sino un camino al que se llega dialogando, debatiendo o discutiendo para llegar a un entendimiento.