¿Qué podemos esperar del gobierno de Donald Trump?
Finalmente hemos llegado a 2017, y lo que muchos consideraban imposible hace año y medio está a punto de suceder: Donald John Trump está a punto de suceder a Barack Hussein Obama como el 45° Presidente de los Estados Unidos de América. Un hombre que ha prometido “Drenar la Ciénega” de Washington D.C., de traer una nueva forma de hacer las cosas; un hombre que en su campaña se mostró antiglobalización, antiinmigrante, proteccionista y aislacionista y que ha causado tanto preocupación como esperanza a partes iguales entre sus detractores y sus seguidores. Pero la realidad, para mí, es que ha sido un hombre con un discurso inconsistente, que no ha dado promesas concretas más allá de ciertos puntos polémicos, y que a día de hoy es imposible asegurar que hará realmente en el poder. Por tal motivo, en este post les hablaré de aquellas cosas que, considero, sin duda veremos en la nueva Administración Trump una vez sea juramentado el próximo 20 de enero de 2017, que podriamos ver como la base de donde partieron muchas de sus futuras políticas y decisiones, y que divido en 4 categorías:
Personalidad Narcisista
Al buscar “Narcisismo” en Google, el buscador nos da una definición que considero perfecta para entender a Donald Trump: “Admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma, por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades”; esto define a la perfección un hombre que construyó un imperio empresarial basado en su nombre (¿hay alguna empresa de Trump no se llama “Trump” algo?) y en su supuesta imagen de éxito, que hizo una campaña presidencial alrededor de su figura y de cómo solo él (y nada más él) podía resolver los problemas de Estados Unidos.
Adicional a esto, la página web Psicólogos en Madrid EU nos da una serie de características sobre la personalidad narcisista que considero útiles para entender mucho de lo que veremos en Trump los próximos 4 años: los narcisistas son personas que mantienen una imagen autoconstruida de grandeza y superioridad, que tienen dificultad de aceptar cualquier crítica u opinión diferente a la suya, que tienen una baja tolerancia a la frustración o situaciones que no se ajusten a sus expectativas, que tienen una necesidad de tener el protagonismo y ser vistos a toda hora, que perciben a los demás en base a la utilidad para sus necesidades y evalúan las situaciones y personas de forma polarizada (en términos de “todo o nada”, «bien y mal», «estás conmigo o en mi contra»). Y todo esto solo por limitarme a aquellas características que percibí de él en su campaña, y marcando en negritas aquellas que considero perjudiciales para un Presidente en una democracia donde la gracia del asunto está en convivir y llegar a acuerdos con personas con opiniones contrarias, donde debes tener una institucionalidad que te ayude a gobernar (y que implica ceder protagonismo a otros actores del Estado) y en una realidad donde no todo se puede reducir a «bueno o malo» o «amigo o enemigo», y que por necesidad (ya que la separación de poderes y libertades de la democracia lo impiden) no siempre sucederá lo que tu deseas que pase.
Donald Trump es una persona que promete uno de los gobiernos más centrados en la figura del Presidente que haya tenido Estados Unidos, que hará lo que sea para tener el protagonismo y aceptación constante del público, y que no aceptara nada inferior a la victoria absoluta sobre los que considere sus competidores, algo que augura difíciles relaciones con la práctica totalidad de personas y de paises con los que interactue y que, como es natural en la vida, no van a compartir ese deseo de Trump de «yo me quedo con todo y tu haces lo que diga sin quejar».
Gobierno Empresarial
Lo primero que llama la atención de la nueva Administración estadounidense es su riqueza. Se estima que la fortuna conjunta de los miembros del gabinete de Trump ascendería a unos 35.000 millones de dólares, sin contar la del propio Trump. Prominente empresarios y miembros de Wall Street han sido asignados a puestos claves de la nueva administración, combinado con las declaraciones de Trump de reducir tanto las regulaciones como los impuestos para fomentar los negocios, nos deja claro que su visión en su nueva administración es incentivar los negocios, reduciendo en lo posible la intromisión del Estado. Adicional a esto, vemos como varios de los futuros miembros del gabinete son en su mayoría hombres blancos (la palabra «diversidad» brilla por su ausencia en este gobierno), que en grandes rasgos, han estado en contra de los acuerdos de libre comercio, en contra de las agencias de protección ambiental o del trabajo, a favor de la educación privada por sobre la pública, negarse a elevar el sueldo mínimo, cercanos a gobiernos de corte autoritario o violadores de Derechos Humanos o que apoyaron campañas para negar el cambio climático.
Es un gabinete poco diverso, que veo difícil tenga la visión a largo plazo y a favor del bienestar general que un gobierno debe tener para con la totalidad de la población de su país (y no solo lo que el sector más pudiente considera «correcto»). Más bien se ve como un gobierno de visión a corto plazo (tanto en lo económico, como lo social y ambiental), centrado en actos que beneficien a la empresa privada, y dado los potenciales conflictos de intereses (comenzando con el propio Trump) me temo que más bien priorice más aquellos actos que beneficien los negocios personales de los miembros del gabinete en detrimento, no solo de Estados Unidos, sino del mundo.
América Latina
Lo más obvio en este apartado es el potencial conflicto con México, al que ha acusado de aprovechar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN por sus siglas en español) para robar puestos de trabajo de EE.UU., sin olvidar todo lo malo que ha dicho sobre los inmigrantes mexicanos (y que no dudo lo hace asociando “mexicano” con todos los latinoamericanos) y sobre los cuales fue uno de los centro de su campaña electoral. Yo esperaría un gobierno que en temas migratorios busque ponerse estricto, de buscar imponer trabas a los inmigrantes de nuestra región para “proteger” los puestos de trabajo de Estados Unidos.
Pero fuera del tema migratorio, lo siguiente que veo es un abandono de los ideales democráticos. Como mencione, Donald Trump tendrá un gobierno empresarial, uno centrado en lograr la victoria total de los intereses de su gobierno (es debatible si de su país o de sus empresas), y que no le dará importancia al tema de los Derechos Humanos o los ideales democráticos, más aún cuando ha mostrado simpatía por el Presidente de Rusia Vladimir Putin, y se ha negado a escuchar las acusaciones de las Agencias de Inteligencia de su país (y de las cuales pronto será su jefe) sobre el supuesto hackeo ruso durante la pasada campaña electoral estadounidense. Lo veo como un hombre capaz de negociar tanto con un Presidente electo democráticamente como de hablar con el peor dictador, de darle igual que haga o pase siempre que el salga ganando.
En el caso concreto de Venezuela (que como venezolano debo mencionar), hay que destacar que apenas si ha hablado de nuestro país más alla de unas críticas contra el gobierno y señales de apoyar a nuestro pueblo por la actual crisis; pero más que una preocupación real por las violaciones de derechos humanos y la democracia que peligra (que usaría más como excusas para intervenir), considero que su prioridad sería actuar contra Venezuela únicamente en la medida que seamos una amenaza para los intereses estadounidenses. Si Venezuela no se vuelve una amenaza directa a la seguridad de Estados Unidos, y el chavismo deja en paz a las empresas estadounidenses (sin expropiaciones y que puedan repatriar sus ganancias en paz), lo más probable es que Trump le dé igual que sucede en el país y se concentre en países como China o México o regiones como Medio Oriente, donde se ha centrado en su campaña, más aún si mantiene su promesa de incentivar la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos y disminuye la compra de petróleo venezolano, algo que de todas formas ya ha ido sucediendo desde hace años por la caída de la producción de Venezuela y la deuda de nuestro país con China.
Seguridad y Relaciones Exteriores
Otro elemento que destacó en su campaña fue en sus críticas al actuar de Obama en materia de seguridad, a la OTAN, donde considero que era injusto que EE.UU. pagase las cuentas y los demás países miembros no lo hicieran o al terrorismo islámico, al que ve como un choque de civilizaciones, de religiones, más que los actos de una minoría radical.
Yo espero una actitud más reaccionaria en su gobierno, menos voluntad de esperar a que los países o regiones resuelvan sus propios problemas y más disposición de atacar sin compasión a todo aquel que ose ser una amenaza directa a la seguridad de los Estados Unidos. No solo eso, existe la amenaza de que vea a todo el Islam como enemigo de Estados Unidos, lo que solo crearía el caldo de cultivo para abusos de su gobierno contra quienes profesan esta fe y daría argumentos a los terroristas para lograr aliados en su lucha contra EE.UU. y Occidente en general, a los que sumaría una política de limitarse a responder por la vías de las armas contra todo el que actué directamente contra su país, sin considerar que atacar un país sin luego ayudarle a reconstruir su infraestructura o instituciones deja un caos aprovechable por los terroristas. Incluso, considero que Trump no tendría problema alguno en intervenir directamente en los países que considere una amenaza directa para Estados Unidos de formas que un gobierno estadounidense normal consideraría arriesgado o innecesario.
De la misma manera, todo promete que su trato con China será conflictivo, al ver a este a un país que ha abusado de Estados Unidos, prometiendo proteccionismo y aranceles en respuesta al país asiático, y amenazando con que el mundo vea a las dos principales economías en una guerra económica de consecuencias imprevisibles para el mundo.
Pero, aunque hasta ahora parezca que hable de un Trump interventor y belicoso, la realidad es que esto lo veo limitado solo contra quienes sean una amenaza directa para Estados Unidos (más que nada paises con fuerte presencia de grupos terroristas islámicos). Para todos los demás, veo un aislacionismo de parte de Trump, un “si no me amenaza directamente a mí, no me importa que te pase”. Una política de cada quien que cuide de sí mismo y no cuenten con Estados Unidos a menos que me sienta amenazado, lo que podría darle la oportunidad a Rusia (en Europa) y a China (en Asia) de expandir fuertemente su influencia en detrimento de Estados Unidos en la medida que no afecten directamente a Estados Unidos, aunque Rusia es la que más puede ganar gracias a la aparente simpatía de Trump con Putin y a lo conflictivo que se ha mostrado Trump contra China.
En conclusión
Veo en Donald Trump un presidente con una personalidad narcisista muy peligrosa para el líder del país más poderoso del mundo que se supone es la imagen a seguir de toda democracia, un hombre que llevara la economía de su país por un camino excesivamente desregulado y potencial, y peligrosamente, influenciado por los intereses personales de su gabinete, un gobierno que se aislará del mundo con el peligro de que naciones autoritaria como Rusia y China tomen su lugar en distintas regiones del mundo, a la vez que EE.UU. intervenga de una forma descarada, y potencialmente violenta, en aquellos casos que considere que su seguridad está amenazada.
Trump es un hombre que no hay duda que pondrá a prueba al máximo toda la institucionalidad estadounidense creada específicamente para evitar la acumulación y abusos del poder, y que demostrara si todas las medidas tomadas por los “Padres Fundadores” de Estados Unidos para defender su República serán exitosas, y si los Partidos Republicanos (como partido de gobierno) y el Demócrata (como partido de oposición) podrán actuar a la altura de los tiempos, o si por el contrario la democracia estadounidense caerá en las luchas partidistas que en otros países han terminó por herir (o matar) a la democracia (como ejemplo, les recomiendo que vean la historia de Venezuela de los últimos 30 años para entender a qué me refiero).