Calidad por encima de cantidad – The Witcher 3: Wild Hunt [Opinión]

Calidad por encima de cantidad – The Witcher 3: Wild Hunt [Opinión]
El siguiente artículo es el guión del video que puedes ver aquí.

Hace unos meses, luego de finalmente haber perdido la paciencia con Assassin’s Creed Odyssey y su sistema de progresión, hice un video criticando este problema, y el porque me parece que le hacía un mal videojuego, y dado el éxito que ha tenido ese video, que a día de hoy se mantiene entre los más vistos de mi canal, he decidido sacarle una especie de continuación.

Ahora, en vez de concentrarme en cómo no se debe expandir la duración de un videojuego, quiero hablarles del ejemplo contrario, hablando del título que sí supo expandir como nadie su jugabilidad, y que fue el ejemplo que Ubisoft copio (y muy mal) para sus Assassin’s Creed más recientes. Hablo, como no podía ser de otra manera, de The Witcher 3: Wild Hunt, que recientemente he vuelto a jugar tras la llegada de su versión para PlayStation 5, y cuyo logro en ofrecer mucho contenido, sin volverlo molesto o redundante, se volvió en todo un ejemplo para la industria.

CÓMO EXPANDIR UN JUEGO

Aunque no lo parezca a simple vista, Assassin’s Creed Odyssey y The Witcher 3: Wild Hunt son juegos muy similares, ya que ambos son títulos de rol, acción y aventura en un mapa abierto, con una amplia gama de misiones principales y secundarias, con un sistema de decisiones que afectan el final de la historia principal, y una cantidad enorme de actividades que expanden la jugabilidad. 

La diferencia, al menos en mi caso, es que el primer título me interesaba mucho más, ya que era una historia relativamente autoconclusiva, con un personaje carismático como Kassandra, en un contexto fascinante como el de la Antigua Grecia (y yo soy un gran amante de la historia), mientras que el segundo, nunca me atrajo tanto, porque es el final de una trilogía de videojuegos, de los cuales nunca jugue los dos primeros títulos, y que a su vez, eran secuelas de una saga de libros que jamás leí, y que termine jugando únicamente para conocer cómo era CD Projekt Red de cara al lanzamiento de Cyberpunk 2077, que me interesaba mucho más.

Pero paradójicamente, Assassin’s Creed Odyssey lo he terminado odiando, como pocas veces me ha pasado con un videojuego, mientras que The Witcher 3, aunque nunca conectare con los personajes de la misma forma que lo haría si hubiera conocido la saga desde el inicio, me ha terminado gustando bastante, y eso es gracias a como el juego de CD Projekt Red enfocó su progresión, infinitamente mejor que en los juegos de Ubisoft.

No entraré en detalles de porque odie Assassin’s Creed Odyssey, ya que tengo todo un video dedicado a eso que les recomiendo en la descripción, pero en resumen, pese a que tiene una buena historia y una buena jugabilidad, la forma en que enfoca su progreso, necesitando de un nivel específico para avanzar en la trama, que la misma no te da, y que te obliga a jugar una cantidad de contenido opcional que alarga sin necesidad el juego, convierten a este título en uno que se siente más como una tarea que como un juego divertido.

Pero hay una razón de porque sucede esto, y es porque Ubisoft precisamente tomó de inspiración a The Witcher 3, que comparte muchos de estos elementos, para construir sus más recientes Assassin’s Creed (Origins, Odyssey y Valhalla), pero perdiendo por completo el rumbo de que hizo bueno al título de CD Projekt Red. 

¿Por qué estos elementos funcionaron en The Witcher 3, y no en Assassin’s Creed Odyssey?

De inicio, ambos son juegos de rol, con un sistema de habilidades que puede mejorar con puntos de experiencia, un sistema de niveles que aumenta la fuerza, defensa y vida del personaje, armas y armaduras, también con niveles, que puedes usar para mejorar las estadísticas del protagonista, y misiones que te indican cual es el nivel recomendado por el juego para que enfrentes sus desafíos.

La diferencia, es que los niveles de The Witcher 3 son mas una recomendacion que una obligación, ya que el juego se centra en premiar tus habilidades a la hora de combatir, y que tan bien equipado vayas a las misiones, que en tener un nivel específico, por lo que nada te impide que tu Geralt de Rivia de nivel 15 haga una misión de nivel 20 o 23, puede que incluso un poco más. 

Claro, los enemigos serán más difíciles, y tendrás que actuar con más cuidado, pero es perfectamente posible, y en el peor de los casos, puedes cambiar la dificultad del juego en cualquier momento para facilitarte la vida, por lo que es más fácil jugar a un ritmo que te sea cómodo, no a tener que hacer obligado cosas que no te importan, únicamente para ganar experiencia.

Más importante aún, aunque The Witcher 3 ofrece una rica y variada cantidad de misiones secundarias y actividades, estas son completamente opcionales, pudiendo concentrarte sólo en la historia principal si así lo deseas, ya que esta te dará la experiencia y niveles necesarios para avanzar sin problemas.

Esto hace que The Witcher 3 sea un título mucho más disfrutable, porque pese a tener mucho contenido para explorar y disfrutar, pudiendo durar entre 130 a casi 200 horas si decides hacer el 100 por ciento del juego, casi todo eso es completamente opcional, por lo que si decides ir solo por la historia principal, este te ofrece entre 50 a 60 horas de una trama bien presentada e interesante, con un ritmo cómodo que mantiene la diversión del jugador, sin sentir que está rellenando contenido inutil solo para hacer tiempo. 

Aquí fue donde falló Assassin’s Creed Odyssey, ya que el ritmo de su historia principal es constantemente interrumpido por la necesidad de subir de nivel, haciendo obligado misiones secundarias y actividades “opcionales” ajenas a la historia principal, convirtiendo a la trama de Kassandra en una que copia las formas de The Witcher 3, pero que no entendió para nada el fondo que le hace divertido.

Pero esta no es la razón principal de porque The Witcher 3 sigue siendo recordado con cariño por los jugadores.

El primer logro de CD Projekt Red fue que, pese a ser el final de una trilogía de juegos, secuela de una saga de libros, que seguramente 3/4 de quienes jugaron The Witcher 3 no sabían que existían, aún así lograron construir una trama que se entiende sin muchos problemas, y con la cual se puede empatizar, se tenga conocimiento previo de la saga o no, logrando que todos quedaramos fascinados con la historia de Geralt de Rivia en búsqueda de Ciri, su hija adoptiva y una poderosa mujer capaz de viajar entre dimensiones, que era perseguida por la Cacería Salvaje, un grupo de poderosos enemigos que desean usar el poder de Ciri para conquistar otros mundos.

Claro, si has jugado a los juegos previos y leído los libros, todo se disfruta mucho más, ya que entenderás mejor la relación entre los personajes y las referencias, pero nunca se hace obligatorio de cara a entender la trama de The Witcher 3.

Pero lo que fue el más grande logro de CD Projekt Red con este título, fue como lograron desarrollar la trama, y la libertad que dieron para que el jugador tome decisiones, y la lleve en el rumbo que desee.

Tradicionalmente, los videojuegos, especialmente los RPG, tienen muy marcada la diferencia entre misiones principales y secundarias. Las primeras son las que hacen avanzar la trama central del juego, donde están las mejores actuaciones, cinemáticas e historias, mientras que las segundas, aunque no sean necesariamente malas, tienen menos esfuerzo en su desarrollo e historias más sencillas, generalmente limitadas a meras conversaciones. 

Claro, hay excepciones, como la saga Fallout, que destaca por tener misiones secundarias igual o más interesantes que su trama central, pero como regla general, es muy fácil identificar cuales son las misiones realmente importantes, de las secundarias que puedes ignorar por completo.

The Witcher 3 en cambio, tiene misiones secundarias, que yo denomino “misiones de personajes” (para así diferenciarlas del resto), que son dadas por los personajes de la trama principal, que podemos completar o no, y que en determinados momentos, nos permitirán tomar decisiones que las llevaran a tener uno u otro final, que pueden tener un impacto o no en la trama central, y que sumado a las decisiones que tomemos en esta, pueden llevarnos a uno u otro final del juego. 

A esto se suma que hay muchas misiones secundarias con una trama tan bien escrita, diseños de niveles tan elaborados, batallas tan complicadas, así como decisiones que afectan sus historias, que se hace difícil diferenciar las misiones secundarias que afectan a la trama central de las que no, o cuales son las decisiones realmente importantes de cara al final.

Incluso misiones como los Contratos de Brujo, que son simplemente para eliminar al monstruo de turno, pueden contar con historias interesantes, que le añaden algo de variedad  a lo que no deja de ser una simple actividad hecha para darle más tiempo de juego, experiencia y dinero al jugador fuera de las misiones principales.

Como alguien que disfruta de las buenas historias en los videojuegos, me ha encantado como The Witcher 3 fomenta que tengamos interés hasta en las actividades secundarias, llenando todo con tramas interesantes, haciendo que cualquier cosa que hagamos se sienta no solo importante, sino como una parte integral del mundo en que se supone nos estamos sumergiendo. Y al tener que constantemente tomar decisiones en las conversaciones, algunas de ellas con tiempo límite, nunca sabemos cuál puede ser una decisión clave para la trama.

Alcanzar este logro, que permite llenar de mucho contenido un juego, que sea interesante y motive a querer jugarlo, es uno muy difícil de alcanzar. Ubisoft no lo logró con Assassin’s Creed, porque se centró tanto en ofrecer muchas horas de juego, que descuido darle un ritmo que fuera divertido, mientras que la propia CD Projekt Red con Cyberpunk 2077, aunque tiene buenas misiones secundarias, no logró darles la misma importancia y calidad que tuvieron las de The Witcher 3.

CONCLUSIONES 

The Witcher 3 y Assassin’s Creed Odyssey, en principio, pueden parecer títulos muy similares por la forma en que presentan su contenido, ya que ambos son RPG, con una larga historia principal con decisiones a tomar, y un sistema de niveles que fuerza a ganar experiencia para avanzar. 

Pero estos juegos son también la prueba de que, imitar las formas sin entender el fondo, puede dar lugar a resultados muy diferentes. The Witcher 3 es un gran juego, porque nos ofrece un título que prioriza tener un buen ritmo, donde seamos nosotros los que decidimos cuánto de la experiencia queremos probar, y aunque hacer las misiones de “lealtad” y secundarias te puede facilitar el juego y dar un mejor final, el mismo nunca te fuerza a realizarlas, pudiendo jugar solo la trama central sin ningún problema, muy distinto a Assassin’s Creed Odyssey, cuya historia principal es imposible de acabar solo jugando la historia principal.

Ese detalle, es lo que convierte a The Witcher 3 no solo en un juego disfrutable, sino en uno de los grandes ejemplos de RPG occidental de la última década, ya que nunca olvida que lo importante no es que el juego dure obligado 50 a 100 horas, no importa cuantas misiones redundantes y relleno tengas que hacer para lograrlo, sino que tenga historias que genuinamente duren esa cantidad de tiempo, que tengan un ritmo que mantenga el interés del jugador, y que eviten la sensación de que le sobran decenas y decenas de horas de juego. 

El fracaso de Ubisoft de alcanzar esta calidad en sus más recientes Assassin’s Creed, e incluso la incapacidad de CD Projekt Red de repetir esto en Cyberpunk 2077, demuestra lo difícil que es alcanzar este resultado, pero cuando se logra, recibimos títulos que son recordados por los usuarios como The Witcher 3.