Venezuela y política: Las Consecuencias de no Renovarse

Venezuela y política: Las Consecuencias de no Renovarse

Para quienes nacimos desde la década de los ‘80 y ‘90, y en especial en el siglo XXI, cuesta imaginar a Venezuela en un escenario distinto al del constante conflicto político, decadencia económica social, y el de creciente crisis humanitaria. Pero hay que recordar que este país, en especial desde 1958, no solo contó con una sólida democracia que trajo un crecimiento económico y social a sus ciudadanos, sino que incluso fue ejemplo en una región que llegó a estar dominado por dictaduras de derecha e izquierda. Ante esto, es importante recordar cual fue el error que, a mi parecer, fue el más importante cometido por la democracia nacida el 23 de enero de 1958 y que, a grandes rasgos, también fue cometido por el chavismo.

¿Cómo nació la democracia en Venezuela?

Antes que nada, debemos recordar cual era la historia de Venezuela antes de 1958: un país pobre y rural con poca importancia para el mundo, que luego de su Guerra de Independencia (una de las más brutales del continente, dicho sea de paso), pasó el resto del siglo XIX en guerras civiles y caudillismos, tanto nacionales como regionales, que llevaron gobiernos nacionales débiles y regionalismos tan fuertes que el país apenas se mantenía unido. Luego llegamos al siglo XX con la dictadura de Juan Vicente Gómez que, aprovechando el recién descubierto petróleo, unificó bajo su dictadura al país, para que, tras su muerte en 1936, viésemos la institucionalización del Estado a manos del gobierno de Eleazar López Contreras y la truncada apertura democrática de Medina Angarita. Finalmente llegamos, tras un golpe de estado, al primer intento democrático de Venezuela en 1945 que, al estar plagado del sectarismo e imposiciones sin debate alguno por parte de Acción Democrática, partido de gobierno, y las luchas partidistas de los partidos de oposición (COPEI y URD, principalmente), llevó a otro golpe de estado en 1948 que instauró la dictadura militar.

Es en este escenario tras el final de la dictadura en 1958, con las lecciones aprendidas de las terribles consecuencias que las luchas partidistas podían dar a una democracia recién nacida en un país acostumbrado a los regímenes dictatoriales, que los partidos políticos y las élites de la época (Iglesia, Empresarios, Sindicatos, Fuerzas Armadas) tuvieron una meta clara: consolidar la democracia mediante un sistema de consenso que asegurase el apoyo a la democracia de toda la sociedad en su conjunto. Esto se pudo lograr gracias a tres factores: que los principales implicados tenían la voluntad de traer estabilidad al sistema político; que la sociedad, al ser pobre y relativamente pequeña, tenía pocas demandas para el Estado, y que los crecientes ingresos petroleros le dieron al Estado los recursos que necesitaba para lograr estos apoyos.

23 de enero de 1958 caída de dictadura de Marcos Pérez Jimenez en Venezuela
3 años de una democracia conflictiva y 10 años de dictadura militar llevaron a que en 1958 los partidos políticos priorizasen consolidar la democracia por sobre todo lo demás. Foto de Wikipedia.

¿Y qué hicieron, en concreto, los partidos para lograr el apoyo a la democracia? Dado que Venezuela era un país pobre, y la sociedad por sí sola no contaba con los medios, el capital, o las empresas, para desarrollar al país por su cuenta, fue el Estado quien asumió esa labor. El Estado ofreció educación y salud gratuitos, servicios básicos subsidiados, así como la Industrialización por Sustitución de Importaciones que, por medio de créditos y protecciones, desarrolló la industria y empresa nacional a costa del Estado. Todo financiado por medio del petróleo, que contó con el que sin duda fue el programa a largo plazo más exitoso de la democracia, que nos llevó desde tener una industria manejada por empresas extranjeras, a una manejada por una gran empresa petrolera nacional dirigida por venezolanos, PDVSA, que logró ser una de las 5 empresas petroleras más valiosas del mundo (aunque la versión chavista de esta nos dé la impresión contraria).

¿Qué salió mal?

Dada las condiciones de Venezuela en 1958, trazar como objetivo crear un sistema político basado en el consenso, que priorizase políticas públicas que no dejase ningún perdedor en la sociedad, y que se apoyase en el gasto público del Estado, eran las herramientas necesarias para establecer una democracia duradera, objetivo que logró incluso pese a la Lucha Armada de la izquierda inspirada en la Revolución Cubana. Pero esto tuvo una consecuencia: se generó un clientelismo entre los partidos políticos y los votantes, la economía se volvió cada vez más dependiente del gasto y protección de un Estado dependiente, a su vez, de los ingresos petroleros y sus inestables precios, y las políticas públicas se volvieron altamente burocratizadas, ineficientes y corruptas.

De aquí que, a partir de cierto momento de la década de los 70, una vez consolidada la democracia tras tres períodos de gobiernos, derrotada la guerrilla, y con una transición pacífica de poder entre partidos políticos opuestos en sano debate, la democracia venezolana lo que necesitaba era renovarse, cambiar el modelo de consenso establecido en la sociedad y que, bajo la idea de que “hay dinero para todo el mundo”, hizo innecesario el debate y la negociación de políticas públicas. Esto se hizo mas urgente aun cuando esa pobre sociedad rural de 1958 se empezó a convertir en una próspera sociedad urbana, más grande, más plural en ideas, y con más exigencias frente a un Estado que, tras la caída de los precios del petróleo en la década de los ‘80, tuvo menos recursos para satisfacer todas las demandas de una sociedad que era más compleja.

En resumen: el consenso tuvo su utilidad, pero llegados a cierto momento, una sociedad más grande, con una democracia ya consolidada, necesitaba una forma diferente de gobernarse, una que viese, que aceptase, que los recursos eran finitos, que no era materialmente posible contentar a todo el mundo, que era necesario debatir y negociar políticas públicas que, a su vez, priorizasen la evidencia por encima del consenso. La incapacidad de muchos miembros de los dos principales partidos políticos (AD y COPEI) de ver la realidad de esta necesidad, la negativa de la sociedad de ver que el modelo que les trajo una prosperidad y riqueza (ilusoria en cierto punto, al ser pagada solo por el petróleo), y el fracaso de los lideres nacionales de comunicar la necesidad de estos cambios, llevaron a que la democracia venezolana enfermase y decayese entre la incapacidad y negativa de muchos de cambiar un modelo.

Es este escenario, del malestar de muchos ante la incapacidad del Estado de cumplir las demandas de una sociedad que sentía que era más pobre cada año que pasaba, el que permitió a Hugo Chávez alcanzar el poder el 1998.

Chavismo y su incapacidad de renovarse

Hay una cosa que desde hace tiempo he sentido del chavismo, y es que su llegada al poder a finales de la década de los ‘90, además del malestar ante la situación de país de la época, el hartazgo ante unos políticos tradicionales que ya no eran apreciados, y el deseo de cambio, se debió a un factor adicional: le negativa absoluta de cambiar el modelo de país. Y es que, aunque hubo intentos de renovar el sistema político y económico, estos fueron rechazados por buena parte de la sociedad, que prefería conservar un modelo, el que dio vida a la democracia en 1958, y que para la década de los ‘70, gracias a los precios petroleros de la época, dio un auge de prosperidad que la gente quería recuperar, fuese sostenible o no.

De esta forma, Chávez, en parte, sería la respuesta de una sociedad que votó por quien prometió que renovar el sistema por uno más eficiente en lo político y económico (especialmente esto último) no era necesario, que era culpa de los corruptos políticos de la “4ta República”, de los partidos políticos de AD y COPEI los que habían destruido y arruinado al país, y que él podía traer la prosperidad que todos deseaban, que en el fondo era recuperar ese sistema que se trató infructuosamente de cambiar.

Esto llevó a que, en la Venezuela chavista de los últimos 20 años, el “Socialismo del Siglo XXI” repitiese y empeorase el clientelismo político, el rentismo petrolero, la ineficiencia y la corrupción a niveles que dejaron en pañales cualquier cosa previa, empeorada aun más al agregarle al chavismo el centralismo político, el personalismo, el caudillismo, la ideologización y la destrucción de las instituciones y de la misma democracia. El chavismo, básicamente, se volvió todo lo peor que tuviera la democracia de 1958, sin nada de lo bueno que esta trajo.

Ya solo con el Gobierno de Hugo Chávez había razones suficientes para molestarse, dado que muchos de los problemas que le heredó a Venezuela ya se habían visto en el país y perfectamente pudimos evitarlos, como el depender de un gasto público financiado por ingresos temporales, pero drásticos, del petróleo. Pero lo que el de Nicolás Maduro le hizo al país es todavía más imperdonable, dado que no sólo contaba con la historia previa de Venezuela del siglo XX, sino con años de experiencia en el Gobierno de Hugo Chávez y las advertencias de expertos en múltiples campos sobre las cosas que el chavismo hacia mal y que podían haberse cambiado.

Nicolas Maduro Moros Presidente Dictador Usurpador de Venezuela
El mayor crimen de Nicolas Maduro fue no solo haberse negado a reformar al chavismo para hacerlo al menos sustentable, sino reforzado todas sus fallas. Foto de Wikipedia.

De esta forma, Nicolás Maduro, como nuevo presidente de Venezuela, y heredero designado a dedo por Hugo Chávez, tuvo la oportunidad histórica de renovar al chavismo, aceptar que se cometieron errores, y traer cambios en lo económico que le permitieran contar con un modelo más sustentable, y le dieran oportunidad al PSUV, partido oficial del chavismo, de mantener y aumentar su popularidad.

Por el contrario, Nicolás Maduro, a diferencia de la democracia de 1958, no solo no hizo el menor intento de renovar el sistema político y adaptarlo a nuevas realidades, sino que mantuvo y magnificó de la forma más terca posible todo lo hecho por Hugo Chávez, llevando a Venezuela a una crisis económica, político y social que ya ha degenerado en la mayor crisis humanitaria de la historia nacional, y fácilmente de las peores de América Latina.

¿Qué lecciones podemos aprender?

La lección más importante que podemos aprender es que, en política, amarrarse en el tiempo es el peor pecado que se puede cometer. Para la democracia, no saber reconocer el momento en que la política que le permitió consolidarse en 1958 caducó y debió cambiarse a una que le permitiese mantenerse en el tiempo, es lo que la llevó a degenerar y decaer, al punto de permitir a Hugo Chávez alcanzar la Presidencia. En el caso del chavismo, la obsesión de Nicolás Maduro de tratar como santas todo lo hecho y dicho por Chávez, bueno y malo, y negarse a cambiar, aunque fuese un poco un modelo que era a todas luces insostenible e inviable, llevó a que Venezuela decayese a niveles imperdonables sin necesidad alguna y de un modo perfectamente evitable.

Pero no todo está perdido en Venezuela. 20 años de barbarie chavista han llevado a que el grueso de la sociedad viese todo lo que estaba mal en la política venezolana, de una forma que ningún político de la democracia de 1958 pudo haber explicado. Los nuevos líderes de la Venezuela de hoy, aquellos que luchan contra el régimen de Nicolás Maduro, reconocen que la lucha contra el centralismo, el personalismo o la corrupción, así como fomentar una política más democrática, abierta al debate y a la negociación, acompañado de un modelo económico más sustentable mediante el mercado, son fundamentales. La Venezuela posterior al chavismo es una que, luego de caer hasta el fondo, podrá aprender de sus errores de los pasados 40 años y construir las bases de un mañana mejor.