Venezuela y el cambio en su política
Luego de 20 años del chavismo en el poder, el país tradicionalmente afín a los gobiernos socialistas y de izquierda, tiende a adoptar ideas más hacia el centro político e incluso de derecha y liberalismo.
Desde 1958, Venezuela ha sido un país gobernado por partidos que pertenecen a alguna corriente socialista: socialdemocracia, socialcristiana, socialista o en menor medida, comunista, cada uno de estos con sus variantes. Tal fue la fuerza de la izquierda en Venezuela, que prácticamente no existían partidos de derecha o liberales realmente importantes en la política nacional. Pero, con la creación esta semana del nuevo movimiento político “Encuentro Ciudadano”, me di cuenta de algo relativamente reciente en la política venezolana, y es que, tras la lenta decadencia que sufrió la democracia, y sus dos mayores partidos políticos (Acción Democrática -AD- y COPEI), a partir de la década de los ’70, y que llevó al país al Chavismo (que solo empeoró la situación en los últimos 20 años), en Venezuela se ha podido observar un lento, pero progresivo, cambio en las ideas políticas de los partidos.
¿Por qué la política venezolana fue dominada por la izquierda?
Antes de hablar del ascenso de la izquierda, debemos explicar los antecedentes: La Venezuela del siglo XIX, que se puede resumir, a grandes rasgos, como dominado por gobiernos débiles, controlados por caudillos (nacionales y regionales), con una población rural y empobrecida, y con constantes guerras civiles y “revoluciones”.
Nuestra llegada al siglo XX ocurrió con la dictadura de Juan Vicente Gómez, que gobernó desde 1908 hasta 1935, y que con su estilo personalista y mano dura sobre el país (financiado por la naciente industria petrolera), fue el primero que logró unir a la todavía pobre, rural y analfabeta nación en torno a un verdadero gobierno nacional fuerte, a costa de una corrupción y un abandono de políticas que ayudaran a salir de la pobreza a la mayoría de la población.
A este le sucedieron los gobiernos de Eleazar López Contreras (quien abandonó el personalismo y comenzó un proceso para institucionalizar la labor del Estado), Isaías Medina Angarita (que inició un proceso de democratización), y el popularmente conocido como “Trienio Adeco”, que llevó a AD al poder luego de un golpe de estado y, posteriormente, al primer gobierno democrático electo en 1948, que a su vez, tras mucho sectarismo y conflictos, fue derrocado ese mismo año.
Así llegamos a la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, que, aunque es conocido por las grandes obras de infraestructura que todavía hoy existen en el país, también fue un gobierno que oprimió a sus opositores y mantuvo altos índices de pobreza.
De esta forma llegamos a 1958, año en que finalmente es derrocado Marcos Pérez Jiménez. Hasta ese entonces Venezuela había visto como casi toda su primera mitad del siglo XX había sido gobernada por gobiernos dictatoriales, militaristas, corruptos, que centralizaron el poder y los recursos de la nación, y que en la práctica no había sacado de la pobreza a buena parte de la nación.
Esto, sumado a la influencia de las ideas comunistas y socialistas provenientes de otros países, llevaron a que los opositores a estos regímenes adquirieran ideologías de izquierda, contrarias a las ideas militaristas y conservadoras de la mayoría de los gobiernos venezolanos de la primera mitad del siglo XX, para poder así luchar contra la pobreza y buscar el desarrollo que las dictaduras no habían logrado.
Con un país con altos índices de pobreza y eminentemente rural, que no se había desarrollado acorde a los altos ingresos petroleros y las grandes obras de infraestructura de Pérez Jiménez, que nunca había tenido una clase media grande o rica que desarrollase al país con la mera actividad privada, siendo el país lo suficientemente pobre como para que sólo el Estado petrolero fuese quien contase con los recursos para desarrollar la economía, y teniendo a partidos como AD y COPEI (socialdemócrata y socialcristiano respectivamente) los que adquirieron un papel predominante en el gobierno en los 40 años posteriores, explican porqué el país giró hacia la izquierda, y a un rechazo generalizado a cualquier idea política y económica de derecha, liberal o que al menos redujese el papel del Estado.
La decadencia de la democracia venezolana
Aunque la democracia, en comparación a las dictaduras de la primera mitad del siglo XX, lograron darle a la población una mejora considerable en su calidad de vida, trayendo un nivel de progreso y prosperidad que rápidamente sacaron a Venezuela de ser una pobre nación rural a una nación urbana e industrial en desarrollo, no estuvo exenta de polémicas.
Y es que la democracia nacida en 1958 terminó degenerando en un clientelismo político y en el uso de la renta petrolera, que llevaron a un lento, pero progresivo crecimiento del tamaño y poder del Estado, a una creciente corrupción y a un endeudamiento público que, sumado a las crecientes demandas de una población, cada vez más grande y prospera, llevaron a que el modelo económico y político venezolano entrara en crisis en la década de los ’80, una crisis que al no resolverse efectivamente, y sumado al aislamiento cada vez más serio de los partidos políticos tradicionales (AD y COPEI) de las necesidades de la población, llevaron a que en 1998 la población votase por Hugo Chávez para la Presidencia.
Y es que la primera reacción de la población a esta decadencia de la democracia no fue de un rechazo a la ideología de los partidos, al contrario.
Solo hay que ver lo sucedido en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, que reconoció los problemas del modelo económico y político, y trato de aplicar un programa económico de corte liberal, más a favor de los mercados y un Estado reducido, y en general, alejado de los programas de gobierno tradicionales, que terminó con un rechazo tan grande de la sociedad y la élite política y económica, que sólo en su gobierno recibió una gran revuelta social en 1989 (el Caracazo) y dos golpes de estado en 1992, que combinado al gran rechazo público, finalmente llevó a que fuese acusado de un cargo de corrupción y destituido por la Corte Suprema de Venezuela en 1993.
Este rechazo a Carlos Andrés Pérez, y la negativa de abandonar el modelo económico construido por los gobiernos socialdemócratas, demuestran que más que culpar al modelo ideológico que guió a casi todos los gobiernos democráticos, la sociedad venezolana consideraba que quienes los dirigieron lo ejecutaron mal, dieron por sentado los logros de la democracia, y votaron por quien consideró que sí podría aplicar el modelo de una forma que beneficiase a la población, siendo Hugo Chávez quien logro capitalizar este deseo, pese a haber intentado llegar al poder por las armas solo 6 años antes.
La decadencia del socialismo democrático
Es así como llegamos a la época de Hugo Chávez, Nicolas Maduro y del régimen chavista. Y es que, durante los últimos 20 años se han dedicado a aplicar una versión extrema de todo lo que se hizo en el pasado.
Si en los 40 años previos, la política aplicada por los gobiernos incluía programas socialistas guiados por los principios democráticos y valores básicos, el chavismo aplicó un gobierno dominado por programas socialistas guiados por las ideas comunistas sin ninguna clase de valor o pudor, lo que yo llamo “aplicar todo lo malo sin nada de lo bueno”.
No en vano, el chavismo, en 20 años, realmente no ha creado ninguna política que la democracia no haya aplicado, sino que solo le cambió el nombre, lo ideologizó y redujo a mecanismo de control sobre la sociedad, y llevó a niveles extremos, que sólo han empobrecido y destruído al país, a un grado tal que, en solo 20 años de chavismo, su forma de ejercer la política ha destruido mucho de los avances sociales y políticos logrados en los 100 años previos.
El chavismo, y su forma de gobernar dominada por el pensamiento socialista y comunista, que es aplicada en una mezcla confusa de nacionalismo, personalismo, militarismo y marxismo, han logrado lo que los errores y decadencia de los partidos democráticos no lograron: que los ciudadanos asocien el socialismo con la actual crisis económica.
Esto sucede porque, pese a que la democracia entró en una crisis a finales entre los ’80 y ’90, y aumentó el rechazo a los partidos tradicionales (llenos de luchas de poder, personalismo y falta de democracia interna), en el país todavía se podía vivir y prosperar, y el sueño de que con tu trabajo podías criar una familia, comprar una casa y un carro, y vivir tranquilamente, todavía era posible. El votante promedio no vio razones para creer que el modelo económico construido por la socialdemocracia tenía fallas, y simplemente decidió que necesitaba nuevos dirigentes.
El logro del chavismo, con su aplicación in extremis del socialismo, repleto ahora de ideología comunista y control de la sociedad por parte del Estado, y sin consideración de alguna clase de las más elementales teorías económicas, causó una destrucción del país que ha llevado a que el ciudadano promedio venezolano finalmente vea que el modelo económico tiene fallas, y que el país necesita uno que no dependa del Estado para poder prosperar y existir.
La política de Venezuela en el futuro
En años recientes, hemos visto partidos que buscan alejarse de la forma de ejercer política del pasado, que poco a poco han reconocido los errores cometidos en los 20 años anteriores a 1998 y a Chávez, y que con el extremismo ideológico del chavismo y el abuso sin precedentes del poder del Estado sobre la sociedad, reconoce que, aunque los programas sociales son importantes para luchar contra la pobreza, la economía que sustente a estos debe ser uno guiado por valores favorables al mercado, la propiedad y la iniciativa privada, y a un mayor reconocimiento del individuo frente al poder del Estado.
La política venezolana en el futuro augura que estará dominada por partidos de izquierda, centroizquierda y centroderecha, con una pequeña presencia de la derecha y de nacionalistas, que espero le otorguen a Venezuela una diversidad de ideas y debate político que mejore la calidad de nuestras instituciones, que evite (o al menos disminuya el riesgo) de gobiernos dominados por una única visión ideológica, sin las críticas y debates de corrientes alternativas con poder real de influir en al menos una parte de la sociedad.
La falta de todo esto, de un debate público y político dominado por una única corriente ideológica (la izquierda, desde la democrática hasta la comunista), creo yo, es la más grande lección que los últimos 50 años de historia política le han brindado a Venezuela, ya que el destino de un país no puede dejarse en manos de una visión política amarrada únicamente a una visión del mundo.